El Chi o Wu Chi, es la fuerza vital, la energía primaria que une todas las cosas, el Tao, el vapor original y fuente de todos los seres. Todos los seres son creados a partir del Tao y acaban por volver a el. Este vapor original da vida a un ser y vuelve a liberarse en el universo cuando ese ser desaparece.
El Chi es dinámico, circula de manera invisible a través de los diferentes espacios afectando nuestra vida.
En el Feng Shui, existen tres tipos de Chi; el Chi Celestial; el Chi Terrestre y el Chi Vital.
El Chi Celestial es la energía cósmica que mantiene unido al universo, de allí se deriva la astrología, tanto la china como la occidental, es por eso que el también es conocido como la Suerte del Cielo o el Destino; nacemos con este destino el cual constituye 1/3 de nuestra vida, no podemos cambiarlo. El Chi Celestial también tiene relación con el clima, la luz solar, la lluvia, etc.; es totalmente “incontrolable por el hombre”.
El Chi de la Tierra se origina de las formas de nuestro ambiente, montañas, ríos, construcciones.
El Chi Vital es la vida de cada ser humano, ese campo energético que nos rodea y que va más allá de la parte visible del cuerpo. Podemos cultivar nuestro Chi, mejorando nuestra salud y bienestar a través de la meditación. El Chi vital también abarca nuestro nuestros pensamientos en consecuencia podemos con nuestra actitud mejorar este Chi.
La interacción de estos tres tipos de Chi rige y define nuestro Destino. En otras palabras estamos influenciados por la suerte del Cielo, la suerte de la Tierra y la suerte del Hombre.
Usualmente podemos percibir el Chi a través de nuestra percepción innata del mismo, por ejemplo cuando nos sentimos intranquilos en un sitio, cuando visitamos alguna casa y sentimos que algo está mal, cuando tenemos problemas para dormir, etc.
El Chi puede ser positivo (Sheng Chi) y moverse en forma ondulante o puede ser negativo (Sha Chi) y moverse en línea recta.
El Feng Shui estudia la distribución del "Chi" en un espacio y busca determinar donde el positivo circula mejor, donde es negativo, donde no está llegando, a fin de intervenirlo o corregirlo para crear espacios armónicos y prósperos.
El Chi es dinámico, circula de manera invisible a través de los diferentes espacios afectando nuestra vida.
En el Feng Shui, existen tres tipos de Chi; el Chi Celestial; el Chi Terrestre y el Chi Vital.
El Chi Celestial es la energía cósmica que mantiene unido al universo, de allí se deriva la astrología, tanto la china como la occidental, es por eso que el también es conocido como la Suerte del Cielo o el Destino; nacemos con este destino el cual constituye 1/3 de nuestra vida, no podemos cambiarlo. El Chi Celestial también tiene relación con el clima, la luz solar, la lluvia, etc.; es totalmente “incontrolable por el hombre”.
El Chi de la Tierra se origina de las formas de nuestro ambiente, montañas, ríos, construcciones.
El Chi Vital es la vida de cada ser humano, ese campo energético que nos rodea y que va más allá de la parte visible del cuerpo. Podemos cultivar nuestro Chi, mejorando nuestra salud y bienestar a través de la meditación. El Chi vital también abarca nuestro nuestros pensamientos en consecuencia podemos con nuestra actitud mejorar este Chi.
La interacción de estos tres tipos de Chi rige y define nuestro Destino. En otras palabras estamos influenciados por la suerte del Cielo, la suerte de la Tierra y la suerte del Hombre.
Usualmente podemos percibir el Chi a través de nuestra percepción innata del mismo, por ejemplo cuando nos sentimos intranquilos en un sitio, cuando visitamos alguna casa y sentimos que algo está mal, cuando tenemos problemas para dormir, etc.
El Chi puede ser positivo (Sheng Chi) y moverse en forma ondulante o puede ser negativo (Sha Chi) y moverse en línea recta.
El Feng Shui estudia la distribución del "Chi" en un espacio y busca determinar donde el positivo circula mejor, donde es negativo, donde no está llegando, a fin de intervenirlo o corregirlo para crear espacios armónicos y prósperos.
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